
En 2014, un descubrimiento en las alcantarillas de las ruinas de una ciudad romana en Israel, Ashkelon, impactó a los arqueólogos que trabajaban en el sitio.
El arqueólogo Ross Voss, mientras exploraba las estructuras subterráneas de la antigua ciudad romana, se topó con una gran cantidad de huesos pequeños que al principio confundió con huesos de pollos, pero resultaron ser humanos: los restos óseos de un centenar de cuerpos de bebés. El investigador llevó los restos a un antropólogo forense, Patrician Smith, que determinó que se trataba de infantes de apenas una semana, que no mostraban signo de enfermedad o lesiones que pudieran haber causado su fallecimiento.
En Roma existía la costumbre de abandonar en espacios públicos de las ciudades a los niños no deseados, que tenían oportunidad de salvarse si alguna otra familia los acogía, pero también podían morir de hambre y sed. Éste pudo ser el caso de los cuerpos de bebés de Ashkelon, que además no fue el primer descubrimiento de esta clase en sitios arqueológicos romanos.
En 1912, en lo que fue un asentamiento romano en Hambleden, Inglaterra, Alffred Heneage Cocks, conservador del museo del condado de Buckinghamshire, encontró restos de más de un centenar de personas, de las cuales 97 eran cuerpos de bebés y 3 de niños. Éstos habrían sido enterrados entre el 150 y el 200 de nuestra era, por lo que cronológicamente coinciden con los lactantes muertos de Israel. Y la sospecha es que en ambos casos los niños fallecieron por abandono o por sofocación.
Los cuerpos de bebés encontrados en las cloacas de Ashkelon se encontraban justo bajo los baños públicos, por lo que los investigadores presumen que pudieron ser hijos de las trabajadoras y las mujeres de compañía.
¿Razones para abandonarlo? Niños no deseados, muerte de la madre, incapacidad para alimentarlos, productos de infidelidad, etc.
¿Escandalizados? Quizás debiéramos recordar que el mito fundacional de Roma se inicia con dos niños abandonados a su suerte en el bosque, salvados gracias a una loba que los amamantó: Rómulo y Remo. La civilización occidental surgió huérfana de padres.
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